Niyol

Mi corazón


El Nahuatl es un idioma que tiene dentro de sus palabras la cosmogonía en la que envuelve su esencia. En sus usos y costumbres, cuando saludas a alguien, más que preguntarle “¿Cómo estás?”, le preguntas “¿Qué platica tu corazón?” [¿Te tatapowa moyolotzin?].

Las respuestas no se quedan en “bien” o “mal”, más bien son tipo “mi corazón está contento” [niyolpaki], “mi corazón, está perdido” [niyolpohpoliwi], “mi corazón está dulce” [niyoltzopeli], “mi corazón está duro” [niyoltakuakti], etc.

Escogí este nombre porque estoy convencida de que la miel va directamente al corazón, lo apapacha y le da calor. El amor y trabajo con el que es producida levanta cualquier ánimo, y así hago referencia y honor a nuestras raíces y esa esencia.

***Gracias a Jehu que nos enseñó un poquitín más de nuestros antepasados y su visión del universo***

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Nuestra breve historia

una pequeña empresa familiar mexicana


Por varios años ya, mi familia ha retomado el oficio de nuestros antepasados con el café. Honestamente no porque lo supiéramos, sino porque uno de nosotros tomó ese camino, nos enamoró a todos los demás y años después nos enteramos de que de ahí venimos.

La historia nos acercó al café de la Sierra Norte de Puebla, donde algunos productores también tienen abejas. Aunque no es factor para mejorar la producción del café, lo hacen por amor a naturaleza en general, porque ayuda mucho a la diversidad de todas las demás plantas que crecen cerca y de una forma u otra mejoran todo el entorno. Conocer a la familia Ventura, lindísimas personas, coincidió con las clases de apicultura que encontré con Alfonso en Ectágono. Todo pasó casi al mismo tiempo y como llegó, me enamoró.

Las abejas me dan pavor, y me tomó varias clases poder moverme con calma entre las abejas aún con el traje completo, y hasta llegué a quitarme los guantes y abrir mi primer colmena. He tomado muchas menos clases de las que quisiera, tengo millones de cosas por aprender para tener mis propias colmenas y ser responsable de ellas.

Sin embargo, la miel me encanta, encontré pocas que me supieran auténticas, y mientras aprendo lo que me falta, me di cuenta de que ya hay esas colmenas en las comunidades con las que ya tenemos una relación, que tienen mucho que compartir y sólo necesitan un buen canal de salida. Así que decidí no esperar a poder tener yo mis colmenas y empezar a mover ese tesoro de nuestro país que no tiene igual en antecedentes y presente para endulzar nuestro futuro.

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